Gratis, gratis, sardiñas gratis, vengan, vengan y coman. Ante este tan poderoso reclamo no importa el calor que haga, que tengas que estar en el sitio media hora antes de que empiecen a asar las sardinas porque sino no comes y por supuesto tampoco importa que tengas que esperar una cola durante una hora para dos sardinas. Podríamos estar en un desierto a 47 º que la gente por algo gratis haría cola igual.
No nos engañemos, a la gente le encantan las colas, sobre todo a las mujeres. Si, si, no es un comentario machista, es verdad. Si no sólo hay que ver las que se forman en las tiendas de ropa el primer día de rebajas (me refería a eso, mal pensados). Colas en el supermercado, para ir al banco, para echar la primitiva, en los w.c. (water que te cagas), para ir a un partido, a un concierto, para renovar el DNI, para ir al cine, .... hacemos cola hasta para que nos den una hostia. Que sería de nosotros sin olfatear ese olor del vecino de cola a sudor mezclado con desodorante que recién nos abandona, de ese tufillo a pies encerrados en una zapatilla deportiva, de ese contacto humano llamado pisotón, de esos pequeños y amistosos empujoncillos. Además hacer cola es bueno para nuestros reflejos, en esos momentos de tensa espera para alcanzar el objetivo estamos atentos por si alguien se nos cuela.
Yo creo que voy a ponerme con dos o tres sin más a hacer cola delante de una puerta y ya verás como al final se hace una cola de 200 metros sin que la gente sepa porque. Pueden hacer cola para dejar sus comentarios.