


Esta es la historia de un cartero que siempre tuvo una doble vida, por el día era cartero pero al llegar al atardecer...
Primero montó un quiosko a la sombra del antiguo náutico, pero entre que la gente que iba sólo le compraban una bolsa de pipas y lo coñeaban toda la tarde y la dura competencia con el holding Lema acabaron con su negocio de variedades.
Su ansía emprendedora no quedó saciada y por las noches iba a diversos programas de televisión (como pueden observar en las fotos), con el nombre cambiado, eso sí, para no mezclar su verdadero nombre y no entorpecer su fulgurante carrera política. Le gustó tanto esta experiencia televisiva que incluso pidió una excedencia para poder repartirle las cartas sólo a Isabel Gemio.
Estaba en estas lides cuando se aprovechó de la vorágine constructora de la Marbella gallega y vendió un "terrenito" que le reportó unos cuantos pisos para él y otro para el perro que tenía en la finca. Se compró un Mercedes, una camisa arrugada y ahora pasea por el pueblo todo ufano.
P.D. Esta entrada se iba titular "El vuelo de la gaviota (del PP, claro)" pero ya me cogió el título Quintía.
4 comentarios:
buenisima post.y buenisima camisa traia el tito y yo de bueno le digo que camisa deputapadre y se ofende el mariconazo,me dice deputamadre es "esta" jeje esto de ser rico tiene estas cosas
El dinero dará la felicidad pero no la inteligencia
inteligencia te falta a ti, mono , x que no te vas de despedida de nuevo. no te pienso llevar + cartas.
Hasta los anónimos se sienten ofendidos por algo que no va con ellos ¿porqué será?
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